Simba. Una historia de Unblome

19 Feb, 2022

Simba, mi salvadora

 

Cuando Simba llegó a mi vida yo estaba en mis horas bajas. Recuerdo que ese año yo salía mucho con mis vecinos, que eran matrimonio. Recuerdo que el día que Simba apareció, mis vecinos llamaron a la puerta para que fuese a cenar con ellos a su casa y allí estaba ella, tan pequeña e indefensa…

Hacía muy poco tiempo que la habían rescatado, tenía tan solo 4 meses de vida. Mis vecinos iban en su coche y vieron cómo desde el coche de delante tiraron algo por la ventanilla del copiloto. Mis vecinos se detuvieron y ahí estaba ella.

La primera vez que la vi me enamoré de ella. No era agraciada, pero había algo en ella que me hacía no poder dejar de pensar en ella. Mis vecinos trabajaban en un bar, por lo que el pobre animal se pasaba las horas ladrando y llorando. Yo me asomaba a la galería y la llamaba para que ella se tranquilizara.

Con el paso de los días, mi vecina desarrolló una alergia al pelo de la pequeña Simba. Aunque yo tenía claro que quería quedarme con ella, mis padres no querían. Por este motivo, finalmente fue a parar a una tía mía. Como es normal, mi vecina tardó muy poco en descubrir que se había equivocado, así que le dijo a mi tía que quería recuperar a la perra. Por circunstancias, mi tía finalmente accedió y Simba volvió a su primer hogar. Pero la situación volvió a repetirse, ella seguía en su habitación encerrada y llorando mientras mis vecinos trabajaban.

Recuerdo que mi madre se acercó a la galería de la cocina y no pude evitar arrancar a llorar cuando le confesé a mi madre lo que era evidente: yo quería cuidar de esa pequeña.

Días después, y aún no sé cómo, mi vecino convenció a mi madre para que Simba se quedase conmigo. Mi madre se oponía a esto, ya que pensaba que no me haría cargo de ella, sería un capricho de 4 días y después, ¿qué pasaría con ese animal?

 

Al principio, a Simba le costó hacerse a mí, pero con paciencia y cariño se volvió inseparable.

Cuando terminé el instituto, ya podía dedicarle algo más de tiempo, pero claro, yo en aquel entonces solo tenía 16 años y, como siempre he sido algo antisocial, (no suelo ser del agrado de la gente en general), con Simba no echaba de menos a nadie y con ella lo tenía todo.

 

 

 

En 2012 empecé a trabajar, a tener independencia económica. Por fin me permitía poder cuidar a Simba como se merecía, ponerle las vacunas que le faltaban, el chip y el pasaporte. También me compré una bici para llevarla conmigo a todas partes. Ella era la más feliz en su cesta.

 

En el 2017 dejé Valencia para irme a Extremadura y, como no podía ser de otra forma, ella vino conmigo y con el que ahora es mi marido. Siempre estuvo súper feliz. Tuvo de hermano a un gato que se llamaba Boliche. Lo rescaté de un chalet abandonado cuando era muy pequeño. Al enseñarlo a Simba en ningún momento lo rechazó, se puso contenta por tener un hermanito.

 

Hicimos un viaje a Valencia y Boliche se quedó en casa de mis padres. Esa sería la última vez que viese a mis padres…

Ya en el 2019, cuando quedaba 1 mes para mi boda, empezó con fiebre y la llevamos a un veterinario. Le hizo algunas pruebas y nos dijo que tenía neumonía, la fiebre no bajaba. El 4 de mayo tuvimos la comunión de dos sobrinos de mi futuro marido. Al llegar por la tarde, notamos que ya no estaba bien. Ya no podía andar. La subí en la bici, en su cesta, y algo me decía que era la última tarde con ella…

Aquella noche en casa de mi suegra, ella dormía en el patio. A las 12 de la noche la escuché quejarse. Me asomé a la puerta, estaba muy mal…

Llamé a mi marido y corrimos a buscar un veterinario de urgencia a Navalmoral de la Mata. Preguntamos por un veterinario de urgencia en un cuartel de la Guardia Civil que, hasta que no dieron con uno no pararon. Incluso nos acompañaron al veterinario.

Le hizo ecografía, radiografía, no eran buenas noticias… Yo contenía mis emociones, ya que no quería que Simba me viese llorar ni hundirme. Tenía un tumor en el bazo, no tenía solución. 14 años con ella que pasaron por delante mía. Cuando llegó el momento, algo extraño me pasó. Tuve que ir al baño. Al salir, todo había pasado, Simba ya no estaba.

 

Sé que ella se fue feliz, tuvo un hogar y amor incondicional. Yo le debía mi vida, porque ella me salvó.

Han pasado ya casi 3 años y parece que fue ayer, la recuerdo todos los días, tengo su foto junto a la de mi hermano y sé que él ahora cuidará de ella en el cielo…

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Abrir WhatsApp
¿Necesitas Ayuda?
¡Hola😊!
¿En qué podemos ayudarte?