Twilight Love

19 Ago, 2021

Nunca se me ha dado bien tomar decisiones importantes

Desde pequeña, a la hora de tomar decisiones importantes siempre he huido, esquivado o retrasado el momento hasta que no he tenido más opción que decidir, aunque los problemas o responsabilidades no desaparecen por que no los nombres…

Cuando entré en primaria en casa me preguntaban: “María José, ¿tú qué quieres ser de mayor?” Y claro, como todas las niñas, yo quería ser princesa, bailarina o médica. Siempre veía a mis compañeras de clase con sus objetivos claros y yo, sólo era una niña, hablando en plata: ¡no tenía ni idea!

Siempre fuiste un buen ejemplo para mí. Tu siempre vestías como querías, no te importaba nunca nada de lo que los demás pensaban o decían de ti. A pesar de que, en aquel tiempo, tuviste una valentía enorme de dar un paso al frente y gritar a los cuatro vientos tu forma de entender el amor, y de romper los cánones de amor establecidos durante siglos atrás. Te recuerdo con tus mil pendientes, anillos y pulseras, tus gorros y tus camisetas con nombres de ciudades. Por nuestra diferencia de edad, recuerdo cuando llegó la hora de abandonar nuestro pequeño pueblo para irte a estudiar a la gran ciudad. Y recuerdo cómo, ese mismo año pensé que no te volvería a ver nunca, y que no podría acercarme a ti y decirte todo, todo lo que quería decirte…

Dos años después me veía escribiendo mi nombre en el examen de selectividad, preparándome para decidir en qué invertir el tiempo que me quedaba por delante, y como siempre, tomé la decisión en el último momento. Esa decisión, por casualidades de la vida, me llevó a estudiar en la misma ciudad que tú.

Tú, por supuesto, estabas a otras cosas. Era normal. Y en nombre de la verdad, cuando te marchaste, pensaba que todas aquellas veces que me imaginé hablando contigo, quedarían ahí, en mi mente, o en los cuadernos donde tantas veces escribí juntos nuestros nombres.

Ahora sé que todo pasa por una razón, aquella noche que nos encontramos lo supe: “¡Yo a ti te conozco!”. Cinco palabras que lo empezaron todo. Cinco palabras que hoy nos han traído aquí. Nunca imaginé que cinco palabras iban a cambiar mi vida por completo, cinco palabras que nos llevaron a viajar por tantos sitios, que nos acompañaron durante tantas puestas de sol y tantos momentos especiales. Como aquellas otras cinco palabras que preparaste con tanto secreto y mimo: Cariño, ¿te quieres casar conmigo?

Hoy confluyen muchas cosas, después de tantos preparativos, después de tantos sentimientos, estamos aquí, estoy aquí, contigo. En un momento nos intercambiaremos los anillos, que irán con nosotras para siempre, pero antes de eso quiero hacerte un regalo, que en parte también es para mí. Quiero regalarte esta pulsera. Esta pulsera de plata con nombres, nuestros nombres. Te confieso que verlos escritos juntos fuera de mi cuaderno, a cualquiera puede parecerle una niñería, pero a mí no puede hacerme más ilusión. Elegí la plata porque está en relación con la luna y el agua. Simboliza lo femenino, según los mitos egipcios, los huesos de los dioses eran de plata. Blanca y luminosa, la plata es también un símbolo de pureza, de nitidez de conciencia, de franqueza y rectitud. Creo que no se puede definir mejor a una persona con palabras.

Virginia, gracias. Gracias. Gracias por enseñarme qué es ser auténtica, por enseñarme que cuando las decisiones se toman de corazón, no importa si se meditan o se dejan para el último momento, porque vienen de dentro. Sí quiero y mil veces sí quiero.

SC-015

 

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